Damos la bienvenida al año 2010 con un alto grado de desesperanza, y rabia unida al dolor, porque, nuestro gran país, lleno de riquezas, sigue sin encontrar el camino a una paz duradera.
Y a verdad, que, como está el patio latinoamericano, nada bien pinta para un pueblo que apenas sale de la resaca navideña, dejando atrás un 2009 atravesado por la crisis económica, el descrédito del DAS, la inoperancia judicial, una izquierda fracturada, y el resurgimiento de las bandolas ciudadanas que muchos creyeron extinguidas con las desmovilizaciones paramilitares, dejando una estela de muertes, y una tarjeta de navidad macabra firmada por las FARC.
La paz que a plomo limpio pregonó y prometió hace varios años el reelegido y actual presidente Alvaro Uribe Vélez, está dejando de ser una esperanza nacional, para convertirse en tragedia continental, más, cuando Colombia está soportando las presiones indebidas, inadecuadas y provocadoras de un Estado vecino, que parece más interesado en atizar la inestabilidad del país y en apropiarse de los recursos de Colombia, que en ayudarla a salir del desangre.
En ese escenario de desilusión mayúscula, el asesinato del gobernador de Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, que justificado como ajusticiamiento por sus ejecutores, la banda armada de la FARC, y como resultado de un supuesto juicio por corrupto, signa una macabra tarjeta de año nuevo que; pintada con sangre, le han hecho llegar a los Colombianos y en especial a la izquierda.
Porque justificar tan atroz hecho con esa dosis de moralidad de la cosa pública del Estado, resulta inaudito en quienes, por más de cinco décadas, han aupado sus acciones como exponentes armados contra el establecimiento, muy contraria de la defensa del mismo. Así que al actuar en nombre la la moralidad del Estado, los convierte de hecho, en otra fuerza paramilitar, con la misión de aniquilar corruptos, lo que faltaba, ya otros han aniquilado una buena parte de la inteligencia de izquierda y de la oposición. La lucha contra la corrupción del Estado Colombiano, es una lucha por la dignidad del pueblo, y no pude degradarse ese combate, con el aniquilamiento personal de los delincuentes.
Vaga esperanza le queda así, a los que aún veían algo de luz en las FARC. Quien sufre con todo ese escenario de cosas, es el pueblo colombiano que soporta estoicamente: un gobierno mesiánico, una izquierda patética en sus apetitos personales, una organización guerrillera sin oriente, unos medios de comunicación acríticos y abyectos, y una justicia inoperante.
Ante esa vaga ilusión por la dignidad, la vida y la paz, solo nos queda invocar a los poetas que cantan por el mundo enarbolando las raíces del Colombia, para que sus voz, letras, y convocatorias por la paz, hagan una brecha por la vida y la felicidad del pueblo de Colombia. Juanes, Chaquira, Vives, y una larga lista de soñadores, tendrán, más temprano que tarde, que inventarse unidos, un poema que nos de luz y felicidad, opoxixion espera ese momento y ese llamado.
No perder la esperanza, así escribamos dolidos. De esta salimos, estamos seguros. Feliz 2010 para todos, es el deseo de opoxixion.
