Tal vez el más importante texto escrito en los últimos años sobre violencia política, es el recién publicado por Alianza editorial y escrito por Phipippe Braud y, aun cuando siempre prefiero ahorrar en mis análisis citas o, referencia bibliografiítas, porque en el fondo no hacen más que remitir a otros la responsabilidad que se ha de tenerse sobre los que se pretende enunciar o afirmar, me voy a permitir invitarlos a su lectura, toda vez que, los hechos de violencia degradada que se viven en Colombia , incluyendo en ellos la escandalosa participación de quienes se suponen son los legitimados en el ejercicio violento, nos llevan inexorablemente a la conclusión que; en Colombia se ha perdido el sentido de la razón y que en buena medida es en el Ejército, en los detentadores de la violencia supuestamente legitima, donde habrá que ponerle el cascabel al gato, para que el desmadre de muerte y terror que se vive, pare de una vez por todas.
Los hechos y actos de descomposición manifiestos por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia, incluyendo Policía y Das etc, no deben ni pueden ser minimizados, autocensurados en sus comentarios, ni maquillados por los medios de comunicación ni, por los demócratas, menos por la opoXiXión, so pretexto que cuestionando a fondo su indebido ejercicio se quiebra la democracia y el país.
Desde las torturas que se practicaban a soldados bachilleres en los cantones del ejército, las intimidades de amor entre oficiales publicadas por Internet, para placer de todo el mundo, pasando por la connivencia siempre conocida entre militares con las mafias, las acciones genocidas con los paramilitares, hasta los repartos de guacas y el aniquilamiento de otras fuerzas públicas para ocultar acciones delictivas y las estratagema de quemar el bosque para servir de bomberos, le ha llenado la copa a más de uno y no solo ello, muchos son responsables del engendro macabro que han creado, incluyendo en ello, a ciertos centros académicos de reputado prestigio nacional que para congraciarse con los legitimarios de la violencia, en actos casi ad-honoren, certificaban diplomas, masteres y otra serie de documentos que les permitiera a unos ascender y otros disponer de esa violencia como contraprestación personal, degradando de paso el saber y la academia.
Es este carrusel de la muerte, los Honorables Senadores que toman las altas decisiones de aprobar ascensos en las artes marciales, tendrán muchos que explicarle al país sobre los fundamentos con los cuales en legislaturas pasadas, han aprobado los mismos, especialmente valoraciones en las homologaciones con la racionalidad de la violencia, en diplomas académicos y en los criterios éticos que impidieran hacer de los ascendidos fieles perros de guerra contra el opositor político.
El desbordamiento de una violencia, que se supone está atado bajo el concepto de la racionalidad, cuando se pierde, como en Colombia, da origen a la generalización y a la degradación de ella. Sin instituciones capaces de garantizar la concentración de ese poder violento no hay justicia, ni democracia ni paz posible.
Esto explica porque la Presidencia de Colombia, por su vocero de justicia y paz, opte por dar los moldes en blanco de legislación a los criminales para que los completen y aprueben, renunciando así al Imperio de la Ley o, al rígido manto de la legalidad que se deriva necesariamente del monopolio racional de la violencia en manos del Estado y con ello, el respeto a los derechos humanos y a la oposición.
La descomposición del país ha llegado a fondo. Señor Presidente, la soledad de sus mandato no la pude acompañar con los votos de ayer, cuando la silla que lo sostiene esta corroída e indigesta la podredumbre a su alrededor. Sus uestes de apoyo político fueron las mismos que ayer llevaron la cal, la sal y el comején a las estructuras del Congreso, no puede sostener más ese escuálido marco de la democracia inexistente, solo una digna y valiente OpoXiXión a su gobierno y a su sequito, pueden levantar de la barbarie, el principio de la racionalidad ética, para hacer de Colombia el país que todos soñamos.
Los hechos y actos de descomposición manifiestos por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia, incluyendo Policía y Das etc, no deben ni pueden ser minimizados, autocensurados en sus comentarios, ni maquillados por los medios de comunicación ni, por los demócratas, menos por la opoXiXión, so pretexto que cuestionando a fondo su indebido ejercicio se quiebra la democracia y el país.
Desde las torturas que se practicaban a soldados bachilleres en los cantones del ejército, las intimidades de amor entre oficiales publicadas por Internet, para placer de todo el mundo, pasando por la connivencia siempre conocida entre militares con las mafias, las acciones genocidas con los paramilitares, hasta los repartos de guacas y el aniquilamiento de otras fuerzas públicas para ocultar acciones delictivas y las estratagema de quemar el bosque para servir de bomberos, le ha llenado la copa a más de uno y no solo ello, muchos son responsables del engendro macabro que han creado, incluyendo en ello, a ciertos centros académicos de reputado prestigio nacional que para congraciarse con los legitimarios de la violencia, en actos casi ad-honoren, certificaban diplomas, masteres y otra serie de documentos que les permitiera a unos ascender y otros disponer de esa violencia como contraprestación personal, degradando de paso el saber y la academia.
Es este carrusel de la muerte, los Honorables Senadores que toman las altas decisiones de aprobar ascensos en las artes marciales, tendrán muchos que explicarle al país sobre los fundamentos con los cuales en legislaturas pasadas, han aprobado los mismos, especialmente valoraciones en las homologaciones con la racionalidad de la violencia, en diplomas académicos y en los criterios éticos que impidieran hacer de los ascendidos fieles perros de guerra contra el opositor político.
El desbordamiento de una violencia, que se supone está atado bajo el concepto de la racionalidad, cuando se pierde, como en Colombia, da origen a la generalización y a la degradación de ella. Sin instituciones capaces de garantizar la concentración de ese poder violento no hay justicia, ni democracia ni paz posible.
Esto explica porque la Presidencia de Colombia, por su vocero de justicia y paz, opte por dar los moldes en blanco de legislación a los criminales para que los completen y aprueben, renunciando así al Imperio de la Ley o, al rígido manto de la legalidad que se deriva necesariamente del monopolio racional de la violencia en manos del Estado y con ello, el respeto a los derechos humanos y a la oposición.
La descomposición del país ha llegado a fondo. Señor Presidente, la soledad de sus mandato no la pude acompañar con los votos de ayer, cuando la silla que lo sostiene esta corroída e indigesta la podredumbre a su alrededor. Sus uestes de apoyo político fueron las mismos que ayer llevaron la cal, la sal y el comején a las estructuras del Congreso, no puede sostener más ese escuálido marco de la democracia inexistente, solo una digna y valiente OpoXiXión a su gobierno y a su sequito, pueden levantar de la barbarie, el principio de la racionalidad ética, para hacer de Colombia el país que todos soñamos.
Desde OpoXiXión consideramos que la extrema derecha planifica el terror para justificar la política antidemocrática, represiva y totalitaria que desde la presidencia se hace con el titulo de "seguridad democrática".
A CONTINUACIÓN APARTES DEL TEXTO QUE DIO A CONOCER EL ÓRGANO DE INFORMACIÓN "EL ESPECTADOR", SOBRE ALGUNOS MONTAJES Y ESCANDALOS DE LAS FUERZAS MILITARES Y DE SEGURIDAD DE COLOMBIA...
"Montajes y escándalos"
"Noviembre 1988. En Segovia (Antioquia), un grupo armado incursionó en la población y asesinó a casi medio centenar de personas. Un oficial de la Policía, en directo y a través de la radio, fingió ser producto de un ataque guerrillero. La justicia confirmó que fue un montaje y que los agresores fueron paramilitares.
Julio 1989. La XIII Brigada del Ejército informó sobre la muerte de cuatro presuntos miembros de un grupo de justicia privada, durante un enfrentamiento en el edificio Altos del Portal en Bogotá. El caso resultó ser un montaje de algunos militares involucrados con el narcotráfico.
Agosto 1989. Cuatro días después del asesinato de Luis Carlos Galán, el F-2 de la Policía capturó en Bogotá a cinco personas, a quienes sindicó del magnicidio. El grupo, encabezado por Hubis Hazbum duró cinco años en prisión. Después se constató que fue un montaje. Los verdaderos asesinos no tuvieron castigo.
Octubre 1995. En pleno escándalo del proceso 8000, se conoció una cinta magnetofónica en la que el investigador del presidente Samper, Heyne Mogollón, trataba de acomodar su versión por el supuesto desvío de un crédito agropecuario con el gerente de un banco. El tema resultó ser un montaje de inteligencia militar.
Diciembre 1997. La policía antinarcóticos anunció que el entonces secretario de gobierno de Antioquia, Pedro Juan Moreno Villa, importaba insumos químicos desde China y se los vendía a paramilitares del Urabá. La justicia pudo aclarar que fue un montaje sin pruebas para desacreditar al ex funcionario público.
Octubre 1998. En Bogotá fue secuestrado el industrial Benjamín Khoudary. Cuatro meses después fue encontrado su cadáver. Inicialmente se habló de un plagio de la guerrilla, pero la justicia comprobó que un grupo de militares de la XIII Brigada, encabezado por el coronel Jorge Plazas, hizo parte del plan criminal.
Julio 2002. El DAS capturó al abogado Javier Carvajalino, a quien se acusó de ser el cerebro de un plan para estrellar un avión contra la Casa de Nariño o el Congreso de la República. 127 días después la Fiscalía lo absolvió tras advertir que fue un montaje de inteligencia organizado con un falso informante.
Noviembre 2003. En Cajamarca (Tolima), en un operativo del Ejército murieron cinco personas presentadas como guerrilleros. Esta semana trascendió que un capitán de la VI Brigada promovió un montaje para no reconocer que eran campesinos y que hubo un “pacto de sangre” para que nadie dijera la verdad.
Junio 2005. El ex director del DAS en el Atlántico, Emilio Vence Zabaleta, fue capturado por la Fiscalía General de la Nación tras conocerse que hizo parte de tres montajes de igual número de supuestos atentados contra el presidente Álvaro Uribe Vélez.
Septiembre 2006. Un grupo de militares de la XIII Brigada resulta involucrado en montajes de supuestos atentados en la antesala de la posesión del presidente."
En dicho relato faltan otros muchos hechos ............
LLEGO LA HORA DE LA VERDA...EXIGIMOS JUSTICIA.
LA OpoXiXión, los intelectuales, los periodistas, artitistas y defensores de la humanidad, en aras a pulir un verso, no pueden callar tanto degrado humano que vive Colombia, a escribir en busqueda de las verdades.
