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Sunday, November 08, 2009

ADOPTA UN PRESO POLITICO DE COLOMBIA

Recuerdo aquel ocho de octubre de 1976, soleado, brizado, gobernaba Alfonso López Michelsen, un presunto exponente de un sistema "gobierno oposición", que dedicó su mandato precisamente a combatir sin límites la oposición de izquierda, convirtiendo su autollamado "mandato ·claro”, en un oscuro túnel de intolerancia, con estado de sitio incluido.

Estudiaba derecho en la U. de A., y en aras a reivindicar las luchas revolucionarias de los pueblos de América por su libertad, y en solidarizarnos con una serie de huelgas obreras reivindicativas, incitábamos a una asamblea general de estudiantes, para promover una posterior marcha, la que fue interrumpida por la policía, que obcecada y brutal, impedía la expresión movilizada de una juventud universitaria idealista, y lúcida, como pocas en esa la larga vida del Alma Mater.

En nombre de un grupo importante de estudiantes que soñábamos con un socialismo, intervine para recordar que la lucha de los pueblos era internacionalista, e invitaba a la solidaridad con los obreros colombianos en huelga, con una movilización pacifica.

No dije nada mas, ni nada menos, sin embargo, el mero hecho de identificarme públicamente como socialista, me convirtió ipso facto, en objetivo del régimen.

La casa de bruja montada de años contra supuestos auxiliadores ideológicos de la guerrilla, no se hizo esperar, y en una céntrica cafetería-bar de la ciudad de Medellín, contigua a la Funeraria “Betancur”, cuando departía desprevenido con Andres y Julio, una voz nos sobresaltó: - Quietos...! no hagan escándalo- y con una metralleta recortada en mano, la voz apuntaba a nuestros cuerpos ronca y categórica, para ser respaldada con la de otros tres civiles, que vestidos de vaqueros y chaquetas de cuero negras, sacaban sus pistolas de una pequeñas carteras de mano.

Días antes, varios sindicalistas y líderes comunales habías desaparecido, se rumoreaba que un escuadrón secreto hacia el trabajo sucio. El pánico se hizo evidentes en cada uno de nosotros, no era necesario advertir que temíamos lo peor, el frío recorría nuestros cuerpos, más, cuando después de atarnos con los cordones de nuestros zapatos, fuimos guiados a la contigua funeraria. "Les hemos facilitado el trabajo" -comentábamos-. “No necesitarán ir muy lejos para comprar los ataúles.”.

En tanto diseñábamos un estrategia, romper los cordones que nos ataban, y correr en direcciones distinta con la esperanza que al menos se salvara alguno de esa pesadilla, y pudiera dar cuenta de los hechos. Sigilosos, evitando ser descubiertos, con señas de los dedos logramos darle el número de teléfono de mi casa, al encargado de la funeraria.- Al menos, podrá decirle a tus padres, que aquí tuvimos-, apuntilló Julio, sin esperanzas de más.

Eran ya las 6:30 de la tarde, pronto caería el sol, sonarían las campanas de la Catedral, y la campal batalla que habíamos librado estudiantes y policía, obligaba el tránsito humano hacia el centro de la ciudad por la avenida dónde nos tenían retenidos, así que la presencia de estudiantes que transitaba frente a la funeraria se hizo más fluido.

Espontáneo, sin sospechar nuestro estado, alguien que caminaba acompañado de otros, nos saludó efusivo, su rostro reflejaba la felicidad de vernos, paro pronto el pánico lo empujó a huir despavorido cuando detalló que atados, y encañonados le respondíamos el saludo, para hacer asi evidente nuestra situación. Los captores se sorprendieron, y presumiedo que iban en pos de ayuda para liberarnos, sin conseguir en varios intentos detener el vehículo adecuado a sus cometidos, optaron por llevarnos caminado y escoltados, hasta llegar a la Plazuela Nutibara, dónde contiguo a la Gobernación, en una de sus esquinas, se ubicaba la estación de Policía Centro.

Irónicamente, el ser puestos a disposición de esa estación de policía deshizo en nosotros ese temor a ser unos números más en lista de desaparecidos. Al menos sabíamos dónde estabamos, y quien nos tenía, Nos confortábamos recíprocamente.

Vana ilusión, porque a partir de ese momento comenzamos a vivir los horrores de un historial de detenidos sin paradero conocido, de vejámenes, atropellos, y torturas, para luego, en prisión vivir el amotinamiento, la muertes a detenidos en manos de los guardias, la fuga de presos mafiosos, y un insospechado eceterera que a la postre, terminó siendo un proceso de instrucción penal, bajo acusaciones de asociación ilícita, sedición y daños.

A nuestra forma de pensar, socialista: amantes de la libertad, la paz y el progreso, le habían asignado un articulado penal, que unido a las directivas no escritas, aplicaban sobre nuestra humanidad sin contemplación. Ante esa ignominia, en prisión, la solidaridad nacional e internacional nos alentaba a vivir dignos, a soñar con más pasión, y por sobre todo, a evitar el degrado, y a llenar con su notas, el vació irreparable que día a día soportaban nuestras familias dolidas por la injusta detención.

23 años después, en un auditorio de Madrid, me ha retumbado en la cabeza esa pesadilla al escuchar en boca del Presidente de la Asociación Nacional de Presos Políticos, que en Colombia hay, contabilizados 6300 ciudadanos sindicados de por iguales, o similares acusaciones, y con el mismo telón de fondo, el de la impunidad a los escuadrones de la muerte, hoy paramilitares, que solo en este 2009 han asesinado a 27 sindicalista.

La historia de nuestra retención quisiera seguirla, pero por obvias razones parece no tener fin, ayer fui yo, con Andres, y Julio, tal vez no hayan hoy en esa larga lista más Argiros, pero Julios y Andreses, habrán por montones, en calidad de presos políticos colombianos, soportando el hacinamiento en las dispersas 140 presiones, que con capacidad para 25 mil reclusos, llegan a albergar la desproporcionada suma de 60165.

Adoptar un preso político colombiano, de entre esos 6300 ha sido el clamor de los expositores de mi historia sin fin, expuesta 23 años después, concretamente, el pasado 04 de noviembre, y ese llamado lo he de asumir, y lo extiendo humanamente a quienes lean estas notas de opoxixion.

Esos 6300 detenidos, no son guerrilleros, ni auxiliadores, ni delincuentes comunes, ni terroristas ideológicos, ni potenciales terroristas, claro está que de los 7500 presos, por delitos directamente ligadas a la confrontación bélica, 1200 son guerrilleros, o auxiliares, los otros, esos que invito a apadrinar y que merecen la LIBERTAD INMEDIATA, son 6300, una suma de presos políticos que el Gobierno de Álvaro Uribe, continuador del de López Michelsen, quiere mantener invisibles.

PARA COLOMBIA

VERDAD, JUSTICIA, REPARACION Y PAZ

VIVA LA LIBERTAD.. BIENVENIDA LA PAZ

EL PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA HA DE SER UN FIN QUE UNA AL PAÍS, NO UNA ESTRATEGIA ELECTORAL DE LAS PARTES, DE LOS PARTIDOS O, DE LOS ASPIRANTES A LA PRESIDENCIA.
SI LA PAZ NO SE ASUME CON UNA VOLUNTAD ÚNICA, EL CONFLICTO SERA IMPARABLE.

LA LUCHA POR LA PAZ EN COLOMBIA, NO SE SOLO UN DIALOGO, ES UN COMPROMISO DE ESTADO.