Desde que se aprobó la constitución de 1991, siempre fui un acérrimo crítico, en las cátedras universitaria de derecho constitucional y administrativo sostenía sin recato, que ni desde el punto de vista ético, ni moral, ni jurídico, dicha constitución era meritoria para Colombia, más aún, cuando la realidad que la sustentaba estaba desfasada.
Desde el punto de vista ético, la ex_modelo Virginia Vallejo, deja entrever muchas de las sospechas sobre el tema y seguro prenderá el ventilador, no solo respecto a ciertos capitales, sino respecto a los adquiridos muy legalmente por algunos empresarios.
Desde el punto de vista moral, muchos quienes allí estuvieron levantando la mano, no se dignaron ser consecuentes con las luchas de un pueblo, que pedía democracia, acabar con el estado de guerra existente en el cual la policía requería separase del aparato o mando militar y ser un ente administrativo local. Ante esos reclamos y otros, recuerdo con profunda nostalgia, como Camilo González, luego ministro, respondió a los llamados que algunos antioqueños hacíamos para que se reformara a fondo, el esquema militar, incluyendo la policía, la participación de la iglesia en los asuntos públicos y el ordenamiento territorial con uno federal, expresó, si mal no recuerdo que: “no se podía pelear con Dios y con el Diablo al mismo tiempo”
Así que la sangre de cientos de amigos luchadores por la democracia, resulto trunca y se cambio toda la ideología por un perdón y olvido que en últimas esta beneficiando más a los genocidas paramilitares que a los demócratas colombianos y luchadores populares.
Y desde el punto de vista jurídico, como cada constituyente quería dejar su impronta en un artículo, la constitución resulto siendo una suma de incoherencias mayúsculas. Las siguientes me valen para indicarlo:
En materia territorial, el rompecabezas que plantea no lo arma nadie, es por ello que las leyes sobre este tema se hacen tan complicadas.
En materia religiosa quedaron todas las sectas elevadas y privilegiadas y el estado laico producto de luchas históricas en Colombia, como que fue uno de los temas centrales en la construcción de los tradicionales partidos liberal y conservador, ni se toco, por miedo a Dios.
En materia de justicia penal militar y la dependencia de la policía del Ministerio de defensa ya vemos como dos cuerpos en la práctica se enfrentan por un botín. Sin que se limite el grado de competencias entre unos y otros y quedando desprotegido el ciudadano, porque han colocado al órgano que debía prevenir los delitos y perseguir la delincuencia en una estrategia de guerra.
En materia de seguridad jurídica, una tutela puede cambiar cualquier cosa y de una jurisdicción se crearon más de tres, todas con igual rango y jerarquía, quebrandose asi la garantía del Estado de Derecho, porque si no existe sometimiento de una jurisdicciòn a otra, no habra derecho.
Quienes hacen loas a la constitución en materia de derechos humanos, pueden olvidarse de ello, porque hasta donde se, han sido precisamente los organismos internacionales quienes han asumiendo, con las sentencia y condenas al Estado en esta materia lo que han hecho vigentes esos derechos, independientemente de que esten o no en la constitución. De nada sirve un decálogo de derechos fundamentales y sociales, cuando no se aplican por parte del Estado.
Para completar el escenario, las reformas que ha implantado el gobierno sobre el funcionamiento de partidos en bancada, complican más las cosas, porque no puede adornarse una tuza con un diamante y en este sentido, un sistema que es crisol del régimen parlamentarios sea traido de cabellos y copiado a un sistema fuertemente presidencialista y, para justificarlo, tomen como paradigma un Estado pequeñito del tamñano del Municipio de Girardota. Asía las cosas, en Colombia el sistema de bancada será un remedo, como lo es la democracia.
Mucho me temo que los asesores de presidencia y otros más en leyes, vienen a Europa a unos postgrados turísticos, no salen de la universidad más que de marchas o rumbas, se aprenden como lección las leyes de otros países, que han sido producto de sus realidades y no de otras y, para ganarse el congresista el honor de legislar y el asesor el de eficiente, transplantan figuras jurídicas sin ninguna coherencia normativa, sin análisis de la realidad colombiana y la implantan o mejor la transplantan. De allí que la ley existe pero no se aplica.
Quienes defienden la Constitución porque consagra un Estado social de Derecho, un catalogo de derechos fundamentales, cuánto les pediría que reivindicaran el fundamental en de una sociedad: EL DERECHO A LA VIDA.
Exijamos que al menos ese artículo se cumpla, porque nada hace un paìs con una constituciòn que resulta ser un cartón y un gobernante que la cita mirando al cielo, porque si mirara la realidad, comprendería lo absurdo de su mandato.
