Desde una perspectiva realista, resulta cada vez más utópico encontrar una solución progresista y democrática a los endémicos problemas que soporta Colombia. Son tan trasversales los conflictos, los problemas y las soluciones, que toda acción que se ejerza sobre uno, involucra sustancialmente a los otros, así que una propuesta aceptable, y realista, necesariamente ha de partir por recomponer los cimientos mismos de la sociedad y el Estado. Y es aquí, dónde ni la izquierda democrática, ni la derecha, ni el centro, encuentran un camino siquiera próximo en dirección a esa solución de fondo, más difícil ese encuentro de voluntades democráticas, cuando tras esa posibilidad han cabalgado desde su fundación, los autistas de las FARC.
Una solución integral, que pasa por unos pactos políticos que hagan viable reencontrar al pueblo colombiano con una ética de convivencia institucional, ha sido la propuesta mesiánica de las FARC, que se ha convertido para el conjunto de los partidos y la sociedad colombiana, en una pesada losa de cemento que parece enterrarlos definitivamente en la sin razón de la guerra, la corrupción, y la vulneración de toda posibilidad de vida digna.
Losa de cemento que ha resultado ser más puesta, que impuesta, y más auto aceptada, que cuestionada, en tanto se ha preferido un entierro en vida, antes que reconocerles las verdades al enemigo, o contradictor, y sin esa meridiana dosis de realismo y humildad para aceptar otras verdades, es imposible comenzar a romper la loza y de paso, acabar con el mesianismo de las FARC en su propuesta.
Las tasas de desempleo que rondan el 11%, las más de 1750 fosas comunes reconocidas, con miles de seres anónimos en ellas, los más de cuatro millones de desplazados por la violencia, la improductividad de la economía, la crisis educativa, el aumento incontrolado de la violencia callejera, la inoperancia judicial, la impunidad, la corrupción en los gobernantes, el creciente negocio del narcotráfico, y un infinito etcétera, no tienen soluciones aisladas.
En ese orden de problemas y soluciones, si confiamos en que suprimiendo el DAS acabamos con el pinchazo telefónico, la corrupción y los falsos positivos, qué estamos esperando para proponer que supriman el parlamento, el ejército, la policía, los partidos, la educación, las elecciones, los medios y todo el aparato del Estado. Acaso no están en todos enquistados el mismo cáncer.
Resulta verdaderamente irracional una propuesta de esa naturaleza, más para los demócratas que consideramos que esa metodología es un instrumento para legitimar DICTADURAS, por ello nos oponemos a esa solución, e invitamos a una propuesta de pacto, incluyendo en ella a nuestros contradictores mesiánicos de las FARC, con su propuesta igualmente mesiánca.
