Los jueces de Colombia y en concreto, las Altas Cortes deben asumir el papel que les corresponde en el ejercicio de sus funciones y han de anteponer los interese personales camino a una jubilación digna y asumir los riesgos que el cargo implica, fundamentalmente, al dictar sentencias condenatorias, más, si estas lo son para altos funcionarios públicos o importantes personajes, los cuales por años hemos conocido en listas interminables como implicados y en pocas de condenados. Razón que muchos justifiquen la extradición argumentando que en nuestro país hay una justicia enclenque, que solo es inapelable para los pobres, humildes o de baja estirpe, pero sumisa a los poderosos de buena estirpe.
Absolver, declarar nulidades, inhibirse o impedirse, cuando existen procedimientos diáfanos, pruebas o, indicios contundentes para dictar autos de detención y posteriores sentencias condenatorias, han sido formulas harto conocidas por quienes hemos ejercido por décadas la abogacía, para entender, que el juez en estos casos ha recabado en la hermenéutica para encontrar una salida cómoda, privilegiando sus intereses personales y degradando con ello la justicia. No han tenido valga decirlo, el valor de someter los sobornos y pistolas a la imponente "Ciega Temis". Cuántos juristas democrátas seguimos añorando a los inmolados, aún en el olvido.
El computador, ordenador o el procesador del paramilitar Jorge 40, que relaciona nexos de importantes políticos y empresarios con esa banda, es una evidencia tan clara o incluso, más que las escritas en agendas del cerebro de una trama mafiosa en España que han servido a la justicia de ese país, para develar buena parte de una trama mafiosa inmobiliaria y con ello, poner entre rejas a polític@s y famos@s. Curiosamente quienes en dichas agendas aparecían decían palabras más, palabras menos, lo que ahora dicen los implicados en colombia con en el ordenador o la computadora de Jorge 40.
Para el caso Colombiano, por más que los Senadores vinculados a los paramilitares se empeñen en justificar ante el Congreso la inexplicable existencia de sus nombres, por lo demás encriptados, es decir, con programas que codifican datos para que terceros no acceder a ellos, a menos que posean las claves para descodificarlos, no debe servir de intimidación a la justicia, ni de chantaje, ni menos de instrumento que tuerza a una y otra Corte, el gran asunto de las "Tutelas a las Sentencias", por cuanto quien encripta una información, sabe la valía de ella, pora protegerla la archiva en secreto. Es precisamente la existencia de esos nombres en las negociaciones los que justificaron el “ enigma”, en referencia a la primera maquina de inteligencia cifrada y que hoy la cibernética llama encriptar.
Absolver, declarar nulidades, inhibirse o impedirse, cuando existen procedimientos diáfanos, pruebas o, indicios contundentes para dictar autos de detención y posteriores sentencias condenatorias, han sido formulas harto conocidas por quienes hemos ejercido por décadas la abogacía, para entender, que el juez en estos casos ha recabado en la hermenéutica para encontrar una salida cómoda, privilegiando sus intereses personales y degradando con ello la justicia. No han tenido valga decirlo, el valor de someter los sobornos y pistolas a la imponente "Ciega Temis". Cuántos juristas democrátas seguimos añorando a los inmolados, aún en el olvido.
El computador, ordenador o el procesador del paramilitar Jorge 40, que relaciona nexos de importantes políticos y empresarios con esa banda, es una evidencia tan clara o incluso, más que las escritas en agendas del cerebro de una trama mafiosa en España que han servido a la justicia de ese país, para develar buena parte de una trama mafiosa inmobiliaria y con ello, poner entre rejas a polític@s y famos@s. Curiosamente quienes en dichas agendas aparecían decían palabras más, palabras menos, lo que ahora dicen los implicados en colombia con en el ordenador o la computadora de Jorge 40.
Para el caso Colombiano, por más que los Senadores vinculados a los paramilitares se empeñen en justificar ante el Congreso la inexplicable existencia de sus nombres, por lo demás encriptados, es decir, con programas que codifican datos para que terceros no acceder a ellos, a menos que posean las claves para descodificarlos, no debe servir de intimidación a la justicia, ni de chantaje, ni menos de instrumento que tuerza a una y otra Corte, el gran asunto de las "Tutelas a las Sentencias", por cuanto quien encripta una información, sabe la valía de ella, pora protegerla la archiva en secreto. Es precisamente la existencia de esos nombres en las negociaciones los que justificaron el “ enigma”, en referencia a la primera maquina de inteligencia cifrada y que hoy la cibernética llama encriptar.
Y como a todos nos llega el cuarto de hora, le ha llegodo la hora a los miembros de ciertas Altas Cortes de Justricia, para que de una vez acaben con el "pasar de agache" cuando se trata de enjuiciar a ciudadanos de poderosa estirpe y que entre otras, en voz pupular se les indilgan responsabilidades penales de calado similar a esa estirpe que suelen representar. Le llego la hora a la Corte Suprema de Justicia de hacer valer su Supremacia, de reivindicar la ética de la justicia y colocar por sobre la toga del Magistrado la que le corresponde de Poder Judicial.
La Corte Constitucional, en cierta medida ha retomado su rumbo con la revisión a la Ley de Justicia y Paz, corresponde ahora a la Corte Suprema de Justicia igual tarea, incluso mayúscula, cuando puede sentenciar con las evidencias claras a Senadores, Empresarios y Políticos que por años han estado unidos con los paramilitares, los genocidios y magnicidios. Es el primer deber de esta Corte en materia de paz, hacer que la justicia se ajuste a derecho, que llegue a la verdad de la verdades.
La Corte Constitucional, en cierta medida ha retomado su rumbo con la revisión a la Ley de Justicia y Paz, corresponde ahora a la Corte Suprema de Justicia igual tarea, incluso mayúscula, cuando puede sentenciar con las evidencias claras a Senadores, Empresarios y Políticos que por años han estado unidos con los paramilitares, los genocidios y magnicidios. Es el primer deber de esta Corte en materia de paz, hacer que la justicia se ajuste a derecho, que llegue a la verdad de la verdades.
Pedirles a las Altas Cortes de Justicia, teorías, esquemas, preposiciones o proposiciones sobre el nuevo país, a sabiendas que hay por toneles de estas recetas en los anaqueles de las librerías y bibliotecas de de Colombia, es demagógico, el único llamado que debe hacerse es exigir, como lo hacemos desde opoXiXión: Que la Justicia Juzgue, que se ajuste a los convenios y tratados internacionales, en otras palabras, que las sentencias diga la vedad, que cumplan con el país, porque han estado ausentes cuando rondaba el genocidio y la muerte, en otras palabras, estan en deuda con la paz de Colombia.
